Cuando una selección nacional va a participar en un campeonato importante, lo habitual es que el combinado se concentre durante los días previos. Por razones logísticas, al traer a jugadores de todo el país, pero también para focalizar ya la intenciones del grupo en el campeonato que viene. Estas concentraciones suelen ser tranquilas, a veces en lugares del propio país, y otras, en donde se juega el campeonato, para ir aclimatándose a las condiciones allí imperantes. A veces, cuando hay un Mundial por ejemplo, las selecciones llegan pronto para aclimatarse a la temperatura, a los estadios… Jugar en Rusia para un equipo que viene desde el Caribe, por ejemplo, no tiene que ser precisamente sencillo. La globalización imperante hoy en día hace que muchos jugadores ya hayan probado distintos países, en distintas regiones del planeta. Pero a veces cuesta aclimatarse bien al lugar del torneo, y para eso las concentraciones son la mejor solución.

Hoy por hoy, con tanta prensa alrededor, estas concentraciones se han convertido más en un show que en otra cosa. Entrenamientos a puerta abierta, ruedas de prensa diarias, entrevistas para diferentes programas… Todos quieren acceder a los jugadores, en un entorno en el que, de hecho, deberían estar totalmente tranquilos y alejados del ruido que pueda haber fuera. El problema llega cuando son los propios jugadores los que no parecen capaces de mantener la disciplina de la concentración, y hacen cosas indebidas. Desde escapadas a otros lugares, sin permiso de los técnicos, hasta fiestas que suelen terminar muy mal cuando se descubren. No es extraño tener noticias, cada cierto tiempo, de un escándalo sexual en una concentración futbolística. Los jugadores, alejados de sus entornos habituales y de sus propias parejas en muchas ocasiones, aprovechan la ocasión para invitar a chicas a sus habitaciones. A veces, simples fans que no tardan en caer en la tentación de estar con sus ídolos. En otras ocasiones, los jugadores no tienen reparos en tirar de billetera para contratar a preciosas escorts que les hagan pasar un buen rato. Será una forma de quitarse de encima la presión, pero lo cierto es que no queda demasiado bien cuando estás concentrado con tu selección nacional…

La Copa América 2011

México se preparaba para la Copa América 2011 de una forma bastante especial. Y es que el torneo americano coincidía, por más loco que parezca, con otra competición continental, la Copa de Oro, que se dispuesta entre equipos de Centro y Norte de América. Al estar presente en las dos competiciones, los mexicano decidieron ir con todo a la Copa de Oro y mandar a la selección sub22 a jugar la Copa América. Muchos y muy buenos jóvenes estaban presentes en aquella convocatoria, entre ellos algunas estrellas que ya empezaban a brillar en Europa. El combinado mexicano se instaló en Quito, Ecuador, donde se iba a llevar a cabo el torneo, y se concentró para los primeros encuentros. Sin embargo, un verdadero escándalo rompió la paz imperante.

Una fiesta en un hotel de Quito

Como es habitual, la selección se concentra con todos los miembros, incluyendo el staff técnico, en un mismo hotel. En esta ocasión, se eligió el Intercontinental Nordelta, uno de los mejores hoteles de la capital ecuatoriana. Todo marchaba relativamente bien hasta que algunos jugadores reclamaron en la dirección del hotel que les habían  robado diversos objetos de valor en sus habitaciones. El escándalo fue a más cuando en el propio hotel comprobaron que los jugadores habían introducido en sus habitaciones a varias chicas, a las que luego acusaron de ser las ladronas. Según  las versiones que manejaba la policía, las chicas estuvieron de fiesta con los jóvenes jugadores, y les robaron sus accesos a las habitaciones.

De esa forma, posteriormente pudieron entrar otros ladrones, amigos de las señoritas, para sustraer diversos teléfonos y dispositivos electrónicos. El caso pronto se volvió en contra de los jóvenes, que terminaron expulsados de la concentración al descubrir no solo esa falta disciplinaria, sino también que las chicas eran escorts. Se les acusó de contratar a un grupo de prostitutas para celebrar una fiesta salvaje en las habitaciones del hotel, en plena concentración. Aquello no podía quedar sin castigo. Fueron ocho futbolistas los que quedaron apartados de la convocatoria, entre ellos la estrella del equipo, Jonathan Dos Santos, un prometedor centrocampista que jugaba en el Barcelona. Los chicos tuvieron además que pedir disculpas y pagar una cantidad en torno a los 3.000 dólares.

Escorts involucradas

Las fiestas con chicas son habituales en el mundo del fútbol. Se mira para otro lado, en muchas ocasiones, pero se sabe de sobra que estos jóvenes ricos y famosos tienen muy fácil acceso a todo tipo de señoritas. Y es lógico que también quieran disfrutar de momentos de asueto y diversión. El problema llega cuando lo hacen en medio de una convocatoria, estando concentrados con su selección nacional, y con amantes profesionales a las que pagan por ello, además. El hecho de que las chicas fueran escorts, y luego se las señalara como cómplices del robo que tuvo lugar en  las habitaciones, fue la guinda del escándalo que marcó  la participación de México en aquella competición.

La polémica se repitió en 2018

Y sin embargo, como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, parece que los mexicanos no aprendieron demasiado de aquello. La sanción a los jugadores fue de apenas seis meses, y algunos no volvieron a vestir la elástica tricolor de México. Sin embargo, en 2018 se volvió a repetir el episodio, esta vez a las puertas de un torneo aún más importante: el Mundial de Rusia. La gravedad del asunto, sin embargo, no fue tanta debido a un pequeño detalle: el equipo no estaba concentrado. Los jugadores habían terminado los partidos de preparación y gozaban de un día libre antes de partir para Rusia, cuando decidieron festejar por todo lo alto y llevar a cabo una reunión privada.

Nada de esto sería escandaloso si no fuera porque a la fiesta acudieron treinta chicas, a las que en México se las identificó como escorts. Eran trabajadoras sexuales de alto standing, llamadas por los propios jugadores. Jonathan Dos Santos, que ya había estado presente en  la fiesta anterior siete años antes, también participó de esta, ahora en compañía de su hermano Giovani. La afición se enfadó muchísimo con los jugadores, considerando que, a pesar de estar en sus días libres, no era momento de hacer fiestas de este tipo. La federación, en este caso, se limpió las manos, al no haber roto los jugadores ninguna concentración para realizar el festejo. Sorpresivamente, el campeonato no fue mal p ara los mexicanos, llegando a octavos de final y dejando fuera a Alemania. Tuvo  que ser Brasil la selección que les echara fuera de la competición, ya en octavos de final.